Hay sueños que se tienen despierto, sueños que imaginas con la mirada puesta en el horizonte y sueños que sueñas pero, también existen esos sueños que se hacen realidad y que te dicen que estás vivo.

Cuatro años han pasado ya, desde que un grupo de amigos decidieron hacer sus sueños realidad, para compartirlos y disfrutarlos con todo aquel que se encontrase por esta nuestra Villa de Sarria.

Un año tras otro y a lo largo de los mismos, se tramitan papeles, se solicitan permisos, se buscan apoyos, se reúne a gente, se preparan bocetos y proyectos, se trabajan estructuras, se hacen pruebas y un largo etc. de preparativos, que ocupan a no pocos compañeros, para que a las cuatro de la tarde del pasado veintidós de Agosto, estuviese todo preparado para el comienzo de este acontecimiento y que en apenas treinta y cuatro horas, no quede más, que un reflejo en nuestras retinas pero eso sí, grabado a fuego en nuestros corazones y en un sinfín de cámaras fotográficas y teléfonos móviles de multitud de lugares de nuestra geografía.

Desde la semana anterior, ya se habían empezado a repartir las estructuras de madera, convenientemente enrejilladas y colocadas en zonas sin apenas tránsito de vehículos, para que el viernes por la tarde, y tras el corte oficial de la circulación, los integrantes del club DHGalicia colapsásemos el centro del pueblo, quedando el sábado a media mañana, todo listo para la batalla que se había de librar, la batalla de la competición, una batalla entre amigos, y en la que el Dios del tiempo había de estar muy presente.

Las predicciones meteorológicas no auguraban nada bueno, lluvia toda la tarde del sábado y del domingo y así fue, pero peor aún con la aparición del viento, principal enemigo del amigo de las dos ruedas. Alrededor de las seis de la tarde del sábado, caía la primera tormenta haciendo presagiar, que los ganadores del crono, deberían serlo con estas inclemencias así que, nadie lo dudó, y muy valientemente uno tras otro, fuimos probando el circuito y tomando contacto con las maderas y más aún, con el tan peligroso suelo empedrado que abunda en las zonas antiguas de cualquier ciudad que se precie.

Uno a uno, pequeños sueños se iban cumpliendo y el día empezaba a oscurecerse entre las nubes, que habían dejado de descargar.

Mientras tanto, otras batallas se iban librando, al otro lado del pueblo, ya que los más pequeños y otros no tanto, hacían las delicias de los asistentes al circuito de Pump Track de O Mazadoiro, retándose entre sí y nuevamente ante el dios del tiempo, que proclama vencedor de la batalla a quién más se adelanta en los segundos.

 

 Acabados los entrenos en el circuito urbano, todos corríamos hacia el Pump Track, para ver los desenlaces de los cronos.

A las nueve de la noche y entre la música resonando bajo el puente que cruza las vías y el rio pequeño del barrio de O Mazadoiro, se dispusieron a deleitar a todos los presentes, con la gran batalla de Dirt Jump desatada durante el sábado, la batalla de las estrellas, la batalla hacia el cielo, saltos que parecen infinitos con piruetas imposibles para cualquiera de los allí congregados, como espectadores de semejante alarde de destreza que dicen llamar trucos como si de magos ciclistas se tratasen. 

Tras una noche larga, larga, muy larga, amanecía con nubes que hacían presagiar más de lo mismo que se había vivido la pasada jornada. Agua, agua y más agua pero con unas rachas de viento, aún más intensas que el día anterior. A última hora de la mañana y tras desarrollarse los entrenos sin apenas incidentes y después de reforzar y añadir varios elementos a lo largo del circuito, para la máxima seguridad de los participantes, se producía una caída múltiple de tres corredores en un mismo punto, que aunque sin grabes consecuencias, nos hacía tomar la desgraciada decisión de suprimir dos saltos del circuito, decisión meditada y consensuada entre la organización y los participantes, estando todo el mundo de acuerdo.

Y así llegó el momento soñado, el momento que uno difícilmente se podría imaginar, no siendo lo que era, un sueño.

Alrededor de las cinco de la tarde del domingo, todo estaba preparado ya, corredores, jueces, asistentes, comisarios, ambulancias, médico, público y un largo etc., hasta que se libró la batalla. Dos mangas habían de decidir quién sería el rey del crono, el líder de la manada, el compañero más fuerte y hábil a la vez que había de representarnos a todos, ante este noble deporte.

Dos mangas decidieron cual había de ser el campeón de los campeones y repitiendo el triunfo de la pasada edición, no fue otro que el mismísimo “Jabalí” Manuel Lustres, que reventando el crono y mejorando su propio tiempo en la segunda bajada, aventajó en menos de una décima al campeonísimo Aarón Caballero y al no menos luchador Carlos García, ambos sub23. Por categorías se repartirían los primeros puestos en cadete Alex Paz, Íñigo Quirós en Junior, nuestro Borja Caneiro en Máster 30, Manuel Paz en Máster 40 y Ainhoa Fontán en Féminas.

Felicitaciones y camaradería por doquier entre los competidores en esta batalla, que más que de un combate, se trata de una fiesta, la fiesta del espectáculo ciclista, la fiesta del Descenso Urbano Villa de Sarria, que ha tenido lugar de día y de noche, al igual que los sueños hechos realidad.

Video del descenso:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *